lunes, 20 de septiembre de 2010

Opinen...

Creo que próximamente escribiré un relato nuevo, un cuento vaya, pero esta vez pienso salirme un poco de lo establecido en mis otras narraciones y llenar mi historia de sucesos crueles, un tanto lúgubres y llenos de sangre... ¿Qué les parece la idea?

En si la diferencia es que me centraré mucho más en la descripción de las cosas, siento que mis obras no se inclinan mucho a describir objetos o escenas, sino describir situaciones psicológicas.

Pero bueno, al final ustedes serán los que terminarán leyendo lo que escriba.. así que me gustaría conocer su opinión.

PD: Cuando digo sucesos crueles... llenos de sangre... sería algo así como describir escenas de Saw... más o menos es el estilo que espero representar.

domingo, 19 de septiembre de 2010

3000

Ahora son otras mil visitas a este blog. Yupi. Realmente no tengo idea de que escribir hoy, pero algo me dijo que tenía que meterme a la página y publicar lo que sea. Compré un libro por 30 pesos que hasta la página 100 de como 300 ya costeó por mucho la inversión. Además compré una revista "Muy Interesante", las cuales llevaba mucho sin leer. No me he cortado el cabello como en un mes o más y aun no se ve largo, pero me gusta la forma que va agarrando, aunque alguien ya me haya comparado con David Bisbal. Estoy haciendo un regalo, espero terminarlo a tiempo antes de que llegue el cumpleaños.

Tengo muchas ganas de un Icee... del sabor que sea, también de ver una iguana o ir al zoológico de San Diego. Quiero salir de México e irme a otro país por algunas semanas, de preferencia un lugar frío, con montañas nevadas y boscosas. O a una playa cálida y solitaria de arenas blancas donde dejar mis huellas caminando por ella durante las tardes.

Y en este país que estoy imaginando cuyo nombre sigue sin tallarse quisiera tener una morada, una fortaleza, con verdes jardines ocultos dentro de un laberinto helado y gris, de paredes altas que tan sólo permitan ver el cielo azulado o las estrellas por las noches. Dentro del laberinto y junto al jardín existiría una puerta que al abrirla te permitiría entrar a mi hogar; pisos de piedra y paredes alfombradas te recibirían junto a los altos candelabros de luces tenues. Si uno siguiera caminando por el pasillo que te da la bienvenida, encontraría habitaciones tan distintas entre sí como las distintas personalidades que me conforman.

Habría una cocina, ordenada y limpia, de pisos claros pero no blancos, con todo lo necesario para hacer nuevos platillos, especias por todos lados llenando de aromas estrafalarios la estancia. Junto a la cocina estaría un comedor con una gran mesa circular y una enorme ventana que diera vista hacia las montañas nevadas.

Dejando atrás estos cuartos habría una puerta negra y pesada que al abrirla no habría más que oscuridad. Un cuarto donde no existiría ni el tiempo, ni el espacio, nada. Perfecto para perderme en la inmensidad del vacío cuando alguna momento en la vida lo haga necesario.

El siguiente cuarto sería una contraposición al primero. La puerta sería un espejo, por lo que tu reflejo siempre te recibiría, tal vez con una sonrisa, tal vez con una cara larga, dependerá de uno. Al entrar, caminarías sobre una plataforma transparente 3 metros arriba del piso mientras ves que las 6 paredes del cuarto son espejos también, dando la ilusión de estar flotando en la inmensidad del infinito. ¿Cuál sería su propósito? Desde encontrarse a uno mismo, hasta notar que no somos tan grandes como a veces pensamos...

Los demás cuartos serían los necesarios para la comodidad... baños, recámaras. Me gustaría tener un cuarto que por dentro fuera como esos estanques termales típicos de las caricaturas japonesas, con piedras al rededor, arboles en las orillas y el agua cálida y brumosa.

¿Mi cuarto? Mi cuarto sería un lugar para dormir, una cama cómoda y grande, además de buena iluminación para cuando quiera quedarme noches leyendo.

Tendría que haber un sótano, grande y oscuro, donde pondría todas las cosas que me gusta hacer. Una mesa de ping pong, otra de billar y de hockey de mesa. Una enorme pantalla para ver películas o jugar videojuegos, una alberca y cuanta más cosa se me ocurra.

En otro cuarto en el sótano debería estar una librería inmensa, llena de novelas y libros que me gustaría leer, con ese olor del papel encuadernado tan típico. Por todos lados debería haber sillones cómodos para sentarme donde quisiera.

No se que más debería tener mi hogar... pero algo así sería agradable.

Nos vemos.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Más vale presente que oportuno

¿Les ha pasado que por propia voluntad se encuentran en un lugar donde no deberían de estar, y que además se ponen a hacer las cosas que se hacen en ese lugar, como si uno en verdad debiera estar ahí? Bueno, más o menos eso hice hoy.

Estaba muriéndome de calor debajo de la nueva sombra del área de las aulas móviles mientras estudiaba para mi próximo examen de Inferencia Estadística cuando llegué a la conclusión que si no quería morir tenía que meterme a uno de los salones refrigerados.

Por lo que al ver que algunos conocidos entraban en estas aulas, los seguí. Me senté en uno de los mesabancos, saqué mi laptop y seguí en mis rollos en lo que el profe llegaba. Después de alegar un poco me permitió quedarme por lo que mi ser respiró tranquilidad.

Dentro de las mil y un cosas interesantísimas que dijo este personaje [no crean que digo esto porque cabe la posibilidad de que la persona en cuestión vaya a leer este blog] comentó que en un libro de un autor que no recuerdo, este hace mención a un peculiar anuncio que leyó en el periódico, el cual reza lo siguiente: Se cambia vestido de novia, ajuar y otros accesorios por pistola en buen uso. Ante tales palabras escritas, se puede armar una serie de conjeturas tan diversas que daban un pie perfecto para la actividad que el profesor pidió a continuación: Quiero que escriban un cuento que gire alrededor de ese anuncio.

Y en ese momento, despertaron en mi las ganas de escribir. Esto últimamente es algo raro, por lo que decidí no dejar pasar la oportunidad. Las letras simplemente fluyeron y en cuestión de minutos un relato bastante bien estructurado casi terminaba de tomar forma.

Obviamente no resistí las ganas de leer el cuento a los compañeros de la clase, a los cuales pareció gustarles, así como al profesor.

Y como a veces soy un tanto presumido con lo que escribo, pues también a ustedes, los lectores, les presumiré la pequeña historia. Los animo que así como yo, cada quien haga sus propias conjeturas y su propia versión de lo que pudo estar detrás de ese anuncio anónimo del periódico.

El vestido

Una extrañamente fría tarde de verano, Mariela sostenía el teléfono descolgado de su casa, con la boca abierta, las piernas sin fuerzas y la mirada perdida entre las cortinas.

El día pintaba de lo más tranquilo, casi irreal. El sol brillaba pero no calentaba al punto del sudor; la suave brisa refrescaba todo lo que caminaba por la calle. Curiosamente casi no había nubes en el cielo y las cigarras no chillaban esa tarde.

Cuando Mariela se acercó a contestar las timbradas del teléfono, tenía una mirada que si no feliz, no demostraba cansancio, ni alguna pesadez. Pero todo eso cambió cuando descolgó el auricular. Su rostro parecía un poema en curso, cambió de apacibilidad a una total incredulidad, para terminar en esa mirada perdida de la que ya habíamos hablado.

¿Por qué? Sencillo, así fue su reacción al saber que su entonces futuro esposo la acababa de terminar, a sólo semanas de la boda. Él le explicaba que ya no se sentía igual, que necesitaba tiempo para él, pero tales palabras ya no entraron en la cabeza de Mariela. La habían terminado, a ella, la mujer que se había hecho y deshecho su vida por estar a lado del pedazo de imbécil que ahora le decía que "Creía que lo mejor para ambos era cancelar la boda".

Levantándose del sillón junto al teléfono, caminó hacía el baño lentamente, se desvistió sin prisa dejando su joven cuerpo a la vista del espejo. Era linda, ni le faltaba ni le sobraba y aun los años no hacían sus conocidos estragos.

Giró la llave del agua fría y entró en la ducha sin cambiar su rostro. Y aunque su cuerpo mostraba una extraña calma, su mente no dejaba de caminar de la tierra al cielo, ida y vuelta, varias veces.

Del reproche pasó a la súplica, de la súplica al autoconsuelo y del autoconsuelo a la helada y pura ira.

La habían terminado... pero ese cabrón no merecía nada más de ella. Ya le había dado dicha, placeres, tiempo, amor... todo.

Mas un pensamiento cruzó por su mente: "No, no le di todo... nunca le di sufrimiento... es hora de que pruebe un poco".

Fue así como decidió pagar por un pequeño clasificado, sin nombre ni teléfonos, que sólo decía: "Se cambia vestido de novia, ajuar y otros accesorios por pistola en buen uso".

La mañana en que el periódico se imprimió, compró el primer ejemplar que encontró en el OXXO, con un plumón rojo circuló su anuncio y caminando hacia la casa de su ex-prometido, lo dejó frente a la puerta, alejándose inmediatamente.

Tal vez se pregunten si esta mujer en verdad quería matar al hombre en cuestión. La respuesta más sincera era que si, si quería, pero no, no lo haría. Pero lo haría sentir un miedo terrible, el miedo diario de no saber si despertaría respirando.

Así pasaron los días y con cada sol que se ocultaba, Mariela se ingeniaba maneras más creativas de torturar a su viejo amor. Mató a su gato; cortó los frenos de su carro, rompió sus vidrios.

Tal vez sea extraño que este hombre no hiciera nada al respecto, pero pensemos que es el mismo hombre que cortó a su prometida por teléfono... que tantas agallas podría tener. Y como dije, pasaron los días, semanas, algunos meses. Y un día las pequeñas "bromas" terminaron. El hombre no salía más de su casa. Algún vecino se extrañó al ver que su puerta ya no se abría jamás.

La policía llegó a investigar algunas semanas después, solamente para encontrar que la casa parecía abandonada. Los platos sucios de varios días, el tazón de comida del gato vacío, los botes de basura rebosantes y extrañamente con muchos pedazos de vidrios rotos.

Terminando de revisar la casa, llegaron al último cuarto de ésta y al abrirlo encontraron lo que tanto buscaban. El cuerpo del hombre, que por cierto se llamaba Julián. Se encontraba con la boca abierta, con restos de vómito y sangre secos en ella. Sus ojos abiertos y opacos aun reflejaban el dolor de su muerte.

Siguiendo el procedimiento usual, con la burocracia normal encima, después de algunos días se llevaron el cuerpo de Julián a arreglar para su entierro, mas al moverlo de su cama encontraron una pequeña nota dentro de un sobre.

La carta, que por cierto nunca fue entregada, iba destinada a Mariela y en 3 palabras decía: ¿Te casarías conmigo?

La incoherente nota fue suficiente para hacer pensar a la policía que el suicidio de Julián tenía más de fondo, lo que con el tiempo llevó a la aprehensión de Mariela, su juicio por tortura psicológica, el veredicto como culpable y el resto de su vida en una cárcel perdida de la mano de Dios.

Es curioso, como las mismas palabras que hubieran hecho feliz a Mariela, logrando su final de "felices por siempre", terminaron encerrándola tras las rejas, rejas que obviamente no son tan felices... pero sin duda serán por siempre.