martes, 5 de octubre de 2010

Un segundo.

Quiero dedicarle esta entrada a un pequeño ser muy querido para mí, que tristemente jamás podré volver a ver. Mi perro, un Toy Poodle, siempre fue un cachorro de corazón. Este año cumplió 10 años de vida, y aunque algo viejo, siempre retuvo esa jovialidad, que junto a su pequeño tamaño, lo hacían verse como un cachorrito.

Tiernamente feo... Es tan feo, que es lindo, fueron algunos de los últimos comentarios que mis amigos hicieron sobre él el día de hoy. Aun tengo la imagen de su carita viéndome a través de la puerta de vidrio, levantando una de sus patas para que lo dejara meterse al pensar que estaba lastimado.

Estuvo conmigo 10 años, me lo dieron cuando era una bolita de pelo con nariz y patitas rosas. Fue mi primer perro y el único que he tenido. Siempre fue algo especial. Le tenía miedo a las alturas, aunque fueran de tan sólo uno o dos escalones, y por traumas de su infancia jamás espantaba a los gatos. Atrapaba pájaros cuando podía y se los comía.

Cuando tuvo como 4 años, su piel tuvo un problema, que le hacía tener el cabello de otros tonos y que en lugares no le saliera del todo bien. El problema no era contagioso, pero tampoco curable, así que desde entonces empezó a dejar de ser una bolita de pelos, para ser un perrito tiernamente feo.

Fue un miembro más de mi familia, un pequeño ser que siempre estaba ahí para recordarte que no estabas sólo, y aunque a veces no más tenía ganas de chingar, siempre estaba ahí.

Más de una ocasión me acompañó por las noches, en su mayoría frías, que me sentía vacío y sólo. Me salía con él al patio, se acercaba a mí y me dejaba abrazarlo, sentados sobre el suelo helado, dándonos el uno al otro un poco de calor, hasta que me sentía más tranquilo.

Y podría seguir escribiendo más cosas... fueron 10 años.. más de la mitad de mi vida, que ese perrito estuvo conmigo... pero ahora volteo a su esquina y no está... veo el plato de comida vacío, que ya no necesitaré llenar, su botella de agua, su correa...

Te voy a extrañar mucho... de hecho, ya lo estoy haciendo. Fuiste un gran amigo... y siempre lo serás. Gracias por el tiempo que estuviste conmigo.