lunes, 24 de septiembre de 2012

Yo escribo


Escribo, todo el tiempo, aquí y allá, en la mente o sin ella

Escribo, cuando pienso  o analizo, cuando veo lo que existe o imagino lo que no.

Escribo tanto que he vuelto de la escritura mi prostituta casera, acompañante de la vida galante que por poco cambio se deja manosear por mi mirada día tras día.

Escribo sin escribir, con los ojos,  porque escribir con los dedos cansa y agobia el alma. Dibujar signos incoherentes con coherencia añadida del intento de volvernos dioses no es más que una fanfarronería para mí.

Pero a veces fanfarroneo y escribo escribiendo. Me doy asco al hacerlo, la verdad  soy egocéntrico, no me basta el escribir; quiero más, quiero que se escriba de mi escritura.

Mi puta me mira triste cuando escribo así. Sabe que como a diario la estoy usando, pero ya no por placer; deja de ser mi objeto sexual, pera volverse un ente más, el peldaño para putas más grandes.

Aun así, nunca olvido a esa primera golfa; la zorra sencilla y bonita que podía tener por un precio insignificante. Su sonrisa franca y a veces cansada que estuvo allí en los primeros despertares.

A ella no le importaba si terminaba o empezaba, si escribía sin sentido o la deleitaba con palabras bellas. Solo estaba ahí y sonreía, por horas o minutos, tanto como yo quisiera pagarle.

En memoria de esa puta es que me repugno.  ¿Escribir escribiendo?  Petulante actitud que he tomado. Para que plasmar si estas palabras no son suficientes. Escribir sobre escribir escribiendo no tiene sentido, no tiene ni siquiera caso el terminar este