lunes, 17 de enero de 2011

Viaje

Recientemente tuvo lugar un acontecimiento que creo es digno de contarse. La mayoría de las personas que vivimos en mi ciudad hemos tenido la oportunidad de visitar al vecino país de Estados Unidos de América, y creo yo que en más de una ocasión, por lo que tal vez si les digo que hace poco fui de compras a una ciudad americana no parezca la gran cosa.

El detalle especial recae en que fue el primer viaje que hice a estas tierras sin mi familia y por gusto propio. La verdad fue bastante emocionante además que la compañía fue de lo mejor.

La idea era ir al Imperial Valley Mall en El Centro, California para ir de compras. Más bien a ver como Isa buscaba cosas que comprar y yo veía si había algo que valiera la pena.

Duramos cerca de la hora haciendo fila para pasar, hablando de cualquier tontería para que matar el aburrimiento. Al cruzar la línea fronteriza llegó el primer problema... teníamos muy vagas nociones de como llegar a El Centro, por lo que votamos por el camino más largo y mejor conocido... pobre gasolina.

Igual, sigo pensando que fue un gran viaje, me sentí tranquilo y sin presiones, ayudando a Isa a escoger o no diferentes cosas y pensando en que todo estaba carísimo mientras yo no encontraba nada que me hiciera desembolsar un dolar.

Terminando la travesía por el "mall" con un botín constituido por unas botas, maquillaje y si mal no recuerdo una camisa. Cuando salimos del centro comercial ya había oscurecido por lo que me dio un poco más de pendiente el manejar, sumándole el hecho de que los "gringos" conducen demasiado rápido a mi parecer.

La siguiente parada fue maravillosa... realmente me alegró muchísimo. Tal vez no lo entiendan, pero el pararme dentro de la Toys R' us después de AÑOS de no pisar ese sitio, me llenó de una alegría curiosa. ¿Qué compré? De nuevo nada, pero sencillamente, estar en ese lugar me alegra, me aviva la llama de una ilusión muy extraña.

De niño era mi más grande anhelo ir a la "toys"; obviamente no sólo ir, sino que me compraran los juguetes que me gustaban. Mas muy pocas veces llegué a ir, y cuando iba no siempre salía con un regalo. Al principio era decepcionante pero por alguna razón dejó de importarme no tener el dinero para comprar esos juguetes que quería y empecé a gozar el ver todo ese mundo de colores y muy a mis adentros pensar que tal vez un día llegaría a casa y estaría alguno de esos juguetes en mi cuarto, anhelo que aun sigue vivo y latiendo; esta visita me hizo darme cuenta de ello.

Después nos detuvimos en la tienda de Sam Walton por unos encargos que la mamá de Isa le había pedido; ya ni recuerdo que eran, pero fue cuando hacíamos fila para pagarlos que me di cuenta de algo horrible. No traía mi visa en la cartera. Revisé mi chamarra, las bolsas del pantalón, todo, pero ni señas de la visa. Isa seguía haciendo fila y mientras yo intentaba ocultar que por dentro tenía ganas de darme un tiro. Recordé que cuando el inmigrante me devolvió las visas, una se la devolví a Isa y la mía la puse entre mis piernas para guardarla en la cartera en la primera oportunidad.

Así que sólo había dos respuestas lógicas. O al estacionarme en el mall y salir del carro se quedó en el asiento o se vino conmigo y se cayó fuera del asiento.

Rogué que fuera la primera opción. Isa terminó de pagar las cosas, salimos y al llegar al carro me asomé por la ventana viendo que mi asiento estaba vacío. El estómago se me revolvió pero no quise decir nada, no quería que ella se preocupara por algo que no tenía solución. Le quité los seguros a las puertas y cuando abrí la mía vi la pequeña tarjeta atorada entre el asiento y la puerta. Casi salto de gusto. La tomé y me senté y ya le conté a Isa todo lo que estuve pensando en los últimos 10 minutos. Llevaba rato sin estar tan preocupado.

Por último llegamos al "Rally's Burger" para comprar algo de comer. Aquí pasó algo bastante gracioso, ya que contábamos con un presupuesto semi-limitado a aproximadamente 8 dólares, por lo que ya que pedí lo que queríamos y no alcanzó, comencé a regatear con la cajera: "Oh... bueno.. ¿y sin queso cuanto sale?... Ah.. ¿Y si es combo mediano en vez de grande? Mmm... bueno... ¿Cuánto me dijo que era?" Creo que la señorita nos tuvo lástima al final y a lo mejor nos hizo algún descuento con los centavos que faltaban.

Con todo y eso, las hamburguesas estaban muy buenas y las papas... riquísimas, siempre me fascinan las papas fritas de ese lugar.

En resumen, creo que fue un día que no olvidaré fácilmente.